martes, 13 de noviembre de 2007

En memoria de

Víctor Jara decía “La música tiene un hálito mágico de participación”


Homenaje a un hombre que no conocí, que nunca he visto cantar, que no sé lo dura y también feliz que pudo llegar a ser su vida, pero sus letras se guardan en lo más profundo. Oír a Víctor Jara es abrir un camino a la esperanza, el pensar que podemos cambiar. Es un grito hacia la juventud, tanto en los pésimos años que le tocó vivir bajo la dictadura chilena, como ahora también en nuestros tiempos.

El aparecido

Abre sendas por los cerros,
deja su huella en el viento,
el águila le da el vuelo
y lo cobija el silencio.

Nunca se quejó del frío,
nunca se quejó del sueño,
el pobre siente su paso
y lo sigue como ciego.

Correlé, correlé, correlá
por aquí, por allí, por allá,
correlé, correlé, correlá,
correlé que te van a matar,
correlé, correlé, correlá.

Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro
como lo ha crucificado
la furia del poderoso.

Hijo de la rebeldía
lo siguen veinte más veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.

(1967)



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